En el segundo día de nuestra ruta por Baviera en coche salimos del hotel sobre las 7:40 para recoger nuestras entradas al famoso castillo de Neuschwanstein. Aunque nos hacía mucha ilusión conocer Baviera en general, la visita al castillo de Neuschwanstein era el plato fuerte del viaje.
Comprar entradas para el castillo de Neuschwanstein
Las entradas no se podían comprar online, pero sí permitían reservarlas por adelantado pagando un recargo, y desde luego fue una buena decisión cogerla por adelantado, teniendo en cuenta la cantidad de gente que había ya a las 8 de la mañana haciendo cola para comprar entrada. La reserva la hicimos a través de esta página web.
Nosotros teníamos entrada reservada para las 9 de la mañana, pero te piden que estés como mínimo una hora antes para recogerla. La taquilla se sitúa a los pies del castillo de Hohenschwangau, y en ella se pueden comprar las entradas para los dos castillos. Nosotros, al tener tan poco tiempo, visitamos solamente el castillo de Neuschwanstein. Se puede subir andando o en coche de caballos, pero, teniendo en cuenta la lluvia, optamos por comprar billete de ida y vuelta para el autobús que te sube al castillo. Una vez llegas a la parada todavía hay que caminar unos quince minutos más, por lo que al final me alegré de haber comprado un chubasquero en una de las tiendas de souvenirs.
Visita al castillo
Desde lo alto hay (teóricamente) unas increíbles vistas del castillo de Hohenschwangau, del lago y de la cascada que cae por la garganta de Pöllat y que se escucha desde la entrada. Por desgracia, había demasiada niebla y casi no pudimos apreciar nada.
En el billete de entrada estaba marcada la hora exacta de la visita y el número correspondiente, y había que estar atento al panel que indica cuándo te tocaba. Una vez dentro del castillo nos dieron un transmisor que se iba activando a medida que íbamos avanzando por las salas, de forma que la visita fue más ágil.
Interior del castillo de Neuschwanstein
La visita se hace corta, aunque merece la pena infinitamente. En este castillo también se puede apreciar la personalidad del monarca por las decoraciones y adornos de la salas. Para mí, las más impresionantes fueron las siguientes:
Sala del trono
La sala del trono, que imita el estilo de la basílica de Santa Sofía de Constantinopla. Es una sala con aspecto bizantino y decoraciones en dorado que impresiona por su altura y su aspecto. Si has visitado Santa Sofía, es imposible que no te venga a la cabeza.
Sala de los Cantores
Otra de las salas que impresiona por su amplitud y su decoración es la Sala de los Cantores, que sin embargo no fue concebida para albergar representaciones, a pesar de incluso tener un escenario.
Cueva artificial
Por último, destacar el invernadero y, una vez más, una cueva artificial, esta vez situada dentro del propio castillo en uno de los pisos. Está tan bien acabada, que si se cierra la puerta, esta parece parte de la roca.
Una vez acabada la visita guiada, tuvimos tiempo de ver un vídeo en el que explican las partes planeadas del castillo que nunca se llegaron a realizar, así como la concepción de un tercer castillo que el rey nunca llegó a construir. Es una buena manera de entender la forma de pensar de Luis II.
En último lugar, y ya dirigiéndose hacia la salida, se pasa por las que eran las cocinas del castillo.
A pesar de no haber podido admirar el paisaje por culpa de la lluvia y la niebla, nos llevamos un buen recuerdo porque el castillo parece realmente de cuento de hadas envuelto en la densa niebla, ¡si bien como comentaron algunos amigos al ver las fotos, más parece el castillo de Drácula o La Bella y la Bestia que el de la Bella durmiente!
Puente de Marienbrücke
Nos hubiese encantado ir hasta el puente de Marienbrücke, pero en este momento (junio 2016) estaba cerrado por reformas, y de todas formas poco podríamos ver con la niebla… Dicen que en los días soleados es el mejor punto para sacar fotografías del castillo.
Si hubiésemos tenido más tiempo nos hubiese gustado visitar también el castillo de Hohenschwangau (que algunos recomiendan visitar antes de Neuschwanstein para que no quede deslucido).
Como no teníamos más tiempo disponible, cogimos el coche y emprendimos rumbo al aeropuerto para tomar el vuelo de vuelta. Seguro que volveremos en el futuro para pasar algo más de tiempo, pues creemos que esta región se merece que le dediquemos, como mínimo, una semana de vacaciones.
Lo que puede hacer un día de sol o uno de niebla. Que un lugar sea de cuento de hadas o de novela de terror 🙂
Yo tengo un recuerdo extraño de este lugar. Fui a visitarlo hace muchos años (antes del euro), entonces ni reserva previa ni compra on line. Fue el primer lugar que visitamos en Alemania, era sábado, no había ni un solo banco abierto ni lugares para cambiar moneda. En resumen: no pudimos entrar al castillo porque no pudimos comprar la entrada con las pesetas de nuestra cartera. Eso sí, el día era precioso y la vista desde la distancia una maravilla.
Pues ahora es completamente distinto, con reserva previa, colas y visitas muy organizadas. Supongo que el turismo en general ha cambiado mucho en estos últimos años, ¿verdad?