Copenhague es una de esas ciudades que te cautivan: organizada, llena de monumentos y atractivos turísticos, con un sistema de transporte eficiente y muchas, muchísimas bicicletas.
Visitamos Copenhague en septiembre y tuvimos la suerte de que la temperatura era agradable y no llovió, por lo que disfrutamos de nuestra estancia al máximo. Estuvimos dos días y medio en la ciudad, por lo que decidimos adquirir la Copenhagen Card para realizar nuestra visita. Durante las horas de apertura de los monumentos aprovechamos la tarjeta al máximo, y a partir de las 6 de la tarde, cuando la mayoría de las atracciones cerraban, nos dedicamos a recorrer los lugares más emblemáticos que se podían visitar de forma gratuita. A continuación vamos a enumerar los lugares que visitamos nuestro primer día en la ciudad. También podéis consultar aquí nuestro segundo y tercer día en Copenhague.
Qué encontrarás en este post:
Visita a Copenhague (día 1)
Rosenborg

En Copenhague abundan las residencias y palacios reales, y este fue el primero que visitamos. Los interiores están profusamente decorados, con gran cantidad de retratos de los antiguos reyes y miembros de la familia real danesa. Por los ventanales se atisba el bonito jardín, que adorna el exterior del edificio y contrasta con el color rojizo del mismo. Era la residencia favorita del rey Cristián IV, que lo mandó construir en el siglo XVII. En 1838 se convirtió en museo abierto al público.

Especialmente bonito es el salón, una espaciosa pieza donde varios leones guardan el trono. Se puede visitar además el Tesoro, con gran cantidad de piezas preciosas de los reyes, como las coronas.
Torre Redonda

Nuestra siguiente parada en Copenhague fue la Torre Redonda. Este edificio destaca por múltiples facetas. Su propósito original fue el de observatorio astronómico, función que sigue ejerciendo actualmente gracias al enorme telescopio situado en la parte superior. La torre se construyó en 1642, y su enorme rampa en espiral permite acceder a lo más alto sin escaleras.

Las blancas paredes rodean el núcleo hueco de la torre, que se puede ver a través de un suelo de vidrio ubicado a 25 metros de altura. La sensación de estar de pie sobre el suelo transparente es asustadora.
Más arriba encontramos un planetario en una de las paredes. Igualmente, a medio camino hacia lo alto hay una sala de exposiciones que antiguamente fue una biblioteca.

Al llegar a lo más alto, el mirador nos regala unas magníficas vistas de la ciudad de Copenhague, además de que nos permitió ver por primera el estrecho de Øresund, con el famoso puente que une Dinamarca con Suecia. Página web de la torre: rundetaarn.dk
Canal Tours
Tras visitar los dos monumentos anteriores decidimos relajarnos un poco, por lo que optamos por hacer un paseo en barco por los canales.

Si se tiene poco tiempo en la ciudad, esta es una de las mejores formas de conocer Copenhague. Durante el paseo se van recorriendo las distintas zonas de la ciudad desde los famosos canales, pasando por lugares famosos y también por zonas residenciales. En el barco, un guía iba explicando con detalle los que íbamos observando.

En aproximadamente una hora se ven lugares como el edificio de la Bolsa, con su maravilloso capitel formado por dragones entrelazados, Nyhavn o el Puerto Nuevo, el edificio Black Diamond de la biblioteca, el impresionante edificio de la Ópera de Copenhague, la iglesia de San Salvador, con su bonita escalera exterior alrededor de la torre, o la famosísima Sirenita, que es sin duda la estatua más famosa de Copenhague a pesar de su reducido tamaño.
Nyhavn

Tras verlo de forma fugaz desde el barco, decidimos dar un paseo al atardecer por Nyhavn o el Puerto Nuevo. Sin duda, este es uno de los lugares más visitados y fotografiados de Copenhague (con permiso de la Sirenita). El lugar desborda alegría gracias a sus típicas casas de colores y sus barcos de madera atracados.
El suelo adoquinado está lleno de terrazas repletas de gente, y además es posible adquirir dulces típicos, crepes y demás delicias en los puestos cercanos. En este lugar, además, vivió Hans Christian Andersen, por lo que la zona tiene si cabe todavía más historia. La atmósfera de Nyhavn es, sin lugar a dudas, un elemento imprescindible que hay que experimentar en la ciudad.
Sirenita de Copenhague
¿Quién no ha escuchado nunca hablar de la Sirenita? Está situada en la costa, sobre unas rocas, cerca de Kastellet y del palacio de Amalienborg. A pesar de su pequeño tamaño, la pequeña estatua de bronce es la estatua más fotografiada de Copenhague y se ha convertido también en símbolo indiscutible de la ciudad.
Kastellet

Como todavía teníamos tiempo, seguimos nuestro recorrido visitando Kastellet, justo al lado de la Sirenita. Esta bonita fortificación tiene forma de estrella y está rodeada por un foso que realza su atractivo.

Dentro de esta fortificación se encuentran diversos edificios militares y un bonito molino. Actualmente cumple la función de parque público. Cerca se encuentran la fuente de Gefion y la iglesia de St Alban.
Tivoli Gardens

Como se nos hizo de noche paseando por Kastellet, hicimos una pequeña parada para cenar y nos dirigimos a Tivoli Gardens, un precioso parque de atracciones en el centro de Copenhague. Decidimos ir de noche precisamente porque su ambiente e iluminación lo transforman en un escenario casi de cuento. Con su pequeño lago y sus edificios y decoraciones de otras épocas, este lugar te transporta a tiempos lejanos. Resulta tan divertido ver las luces y las atracciones como observar los puestos de juegos, casi sacados del pasado. Este parque de atracciones, fundado en 1843, conserva todo el encanto de sus orígenes, manteniendo una estética casi inalterada que lo convierte en el lugar ideal para pasear.
Consejos prácticos para visitar Copenhague:
- No nos engañemos: Copenhague es una ciudad cara. En caso de querer entrar en museos y atracciones, hay que tener en cuenta que los gastos pueden elevarse considerablemente. Nosotros, para saber exactamente lo que íbamos a gastar, decidimos adquirir la Copenhagen Card para 48 horas y basar nuestras visitas en los lugares incluidos en la tarjeta.
- Copenhaguen Card: lo que nosotros hicimos para optimizar al máximo el uso de la tarjeta fue decidir con antelación el itinerario que íbamos a realizar, basándonos en los lugares incluidos que pudimos ver en el sitio web de la tarjeta. Recogimos la tarjeta directamente en el aeropuerto; la tarjeta incluía las entradas en las atracciones y el transporte público, por lo que nos fue muy fácil optimizar el tiempo. La tarjeta tiene distintas opciones de duración (nosotros escogimos la de 48 horas), por lo que es importante decidir en qué momento se va a empezar a utilizar para no dejar horas muertas. Por poner un ejemplo, nosotros preferimos pagar el primer billete de metro por fuera de la tarjeta para llegar a nuestro hotel, dejar las maletas y comer algo, y activamos la tarjeta cuando realmente empezamos la visita, de forma que esas tres horas que invertimos en “llegar” no las sacamos de las 48 horas disponibles. De este modo tuvimos una mañana entera más para poder usar la tarjeta. Hay que tener claro que para que este tipo de tarjetas compensen económicamente hay que exprimirlas al máximo y visitar la mayor cantidad de sitios posibles, por lo que tal vez la gente que prefiere un turismo más relajado tenga que valorar si le compensa o no.
- Para organizar las visitas también hay que tener en cuenta los horarios de apertura y cierre de las atracciones, que pueden variar a lo largo del año, por lo que es conveniente consultar los sitios web de los lugares a visitar con antelación.
- El sistema de transporte es muy eficiente, y al tenerlo incluido lo usamos constantemente, lo que nos permitió aumentar el número de sitios visitados. Evidentemente, para conocer una ciudad también es importante pasearla, por lo que nosotros dejamos las visitas a las partes más pintorescas de la ciudad para cuando las atracciones ya estaban cerradas, que era a partir de las 5 o 6 de la tarde.
- Divisa: a decir verdad, nosotros no tuvimos necesidad de cambiar dinero puesto que no usamos efectivo ni una sola vez. En todos lados aceptaban tarjetas, y el único momento en que nos vimos en la necesidad de usar monedas (las taquillas de los museos) nos las prestaron los propios trabajadores.
✅ Consulta aquí la lista de posts de nuestro viaje por Suecia, con paradas en Dinamarca y Noruega: