Ruta por Baviera en coche, día uno

Hace poco disfrutamos de un fin de semana largo (tres días) y optamos por hacer una visita relámpago a la zona de Baviera, con la idea principal de ver el castillo de Neuschwanstein y el tiempo que sobrase visitar los alrededores.

Tres días son pocos para disfrutar con calma de una ruta por Baviera en coche, pero, como siempre, nosotros teníamos los días contados y muchas ganas de verlo todo.

Teníamos un vuelo a Frankfurt desde Oporto por 60 euros ida y vuelta, por lo que nos alquilamos un coche y fuimos hasta Baviera desde allí. ¡Gran error! El trayecto, que calculamos debería ser de 4 horas y media, duró más de 7 por las condiciones del tráfico, así que en lugar de llegar el viernes a media tarde a nuestro destino, llegamos pasadas las 9 de la noche.

El sábado amaneció con un sol fantástico, por lo que pudimos disfrutar de una ruta por Baviera en coche muy agradable, recorriendo carreteras de montaña y praderas verdes.

Ruta por Baviera, día uno

Wieskirche

Nuestra primera parada fue la iglesia de Wies (Wieskirche en alemán). Se trata de una iglesia situada a unos 15 minutos en coche desde Füssen, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1983. Si bien su exterior oval no llama la atención debido a su sencillez, el interior es todo un ejemplo del estilo rococó, con coloridos frescos, paredes blancas y decoraciones recargadas en dorado por doquier. La iglesia está ubicada en un precioso entorno campestre. Al ir a visitarla hay que tener en cuenta que durante las misas no está permitido sacar fotos ni recorrer la iglesia.

Wieskirche

Oberammergau

El siguiente paso en nuestra ruta por Baviera fue el pueblo de Oberammergau, un pintoresco pueblo de montaña que tiene un particular: muchas de las casas del pueblo están decoradas con pinturas murales, por lo que recorrerlo se convierte en una entretenida búsqueda de los más originales. Merece la pena acercarse a la oficina de turismo para que te proporcionen un plano del pueblo y así visitar las pinturas que más te llamen la atención, puesto que no todas son fáciles de encontrar. A nosotros nos gustaron particularmente las que mostraban cuentos infantiles: la de Caperucita, la de Hansel y Gretel y la de los Músicos de Bremen.

Oberammergau

Ettal Abbey

La siguiente parada en nuestra ruta por Baviera fue Ettal Abbey, a escasos kilómetros de allí. Este sitio, junto con el siguiente que visitaríamos, nos los recomendaron en la oficina de turismo de Oberammergau. Ettal Abbey, o Monasterio de Ettal, es un monasterio benedictino cuya iglesia, una vez más, está llena de decoraciones doradas y fantásticos frescos. Para acceder a la iglesia se entra a través de un recinto ajardinado flanqueado por los edificios del monasterio.

Ettal Abbey

Palacio de Linderhof

Nuestra siguiente parada en la ruta por Baviera, que sería el plato fuerte de la tarde, fue el Palacio de Linderhof. Al igual que el castillo de Neuschwanstein fue construido por Luis II de Baviera, el apodado Rey Loco. Linderhof parece a simple vista un pequeño Versalles. No es posible visitar el palacio por tu cuenta, por lo que es necesario adquirir una entrada que te da derecho a una visita guiada para la que puedes escoger el idioma. Se pueden adquirir varias entradas distintas, que dan acceso a distintas atracciones. Nosotros compramos la entrada al palacio, a la cueva y a la cabaña, si bien esta última no la pudimos visitar porque nos sorprendió una tormenta a mitad de camino.

Interiores del palacio de Linderhof

En la visita al palacio se puede apreciar con claridad la obsesión que tenía el rey con el monarca absolutista Luix XIV de Francia, el “Rey Sol”: por todas partes se encuentran alusiones a su persona o retratos del monarca. De hecho, nada más entrar en el palacio, la primera figura visible es una estatua ecuestre del rey absolutista. Como es sabido, Luis II añoraba la monarquía absolutista y lamentaba la época que le había tocado vivir.

Destacan también en el palacio la sala de los espejos, donde hay un carísimo candelabro de marfil y el monarca se sentaba a menudo a leer, y la habitación del rey, con una enorme cama azul; los múltiples gabinetes de distintos colores, además de la fantástica escalinata. La decoración, en ocasiones, resulta apabullante. Un elemento muy interesante es la mesa del comedor, que contaba con un curioso sistema mediante el que la mesa descendía a un nivel inferior para que los criados sirviesen la comida, y a continuación se elevaba de nuevo, de forma que el monarca no tenía que interactuar con nadie para poder almorzar.

Gruta de Venus

El que para mí fue el elemento más impresionante de la visita al palacio es la Gruta de Venus. A pesar de sus apariencias, la gruta es completamente artificial. El rey ordenó su construcción, incluidas las estalactitas y estalagmitas, que son de cemento. En el interior de la gruta hay un pequeño lago artificial iluminado constantemente, que según nos comentaron estaba calefactado, además de una barca con la que el rey se paseaba mientras escuchaba música. En las paredes hay hermosos lienzos que representan paisajes y escenas poéticas. Para completar el conjunto, una cascada artificial aparece a voluntad, dando a la gruta un ambiente espectacular.

Jardines del palacio de Linderhof

En el recinto también se puede encontrar el Kiosko Morisco, una construcción de estilo árabe ricamente ornamentada. Dentro del edificio hay un trono con decoraciones imitando un pavo real, si bien cuando fuimos nosotros estaba en proceso de restauración y no pudimos verlo. También hay una Casa marroquí en los alrededores, que nosotros no visitamos por falta de tiempo. Igualmente, intentamos llegar a la cabaña de Hunding ya que compramos la entrada que daba derecho a visitarla, pero nos sorprendió la tormenta y tuvimos que buscar refugio. La verdad es que nos hubiera gustado pasar más tiempo en los alrededores del palacio…

Jardines de un palacio en Baviera

Otro de los puntos fuertes son los jardines fastuosamente ornamentados con estatuas y fuentes. Por desgracia pudimos disfrutar poco de ellos, puesto que a media tarde empezó a llover de forma torrencial y tuvimos que acortar nuestra visita. Siempre es bueno tener algo por lo que volver, ¿verdad? Si algún día volvemos con más tiempo, sin duda dedicaremos una tarde a pasear por los jardines.

Füssen

Como la lluvia no nos permitió seguir con la visita nos subimos de nuevo en el coche y fuimos de vuelta hacia Füssen. En un principio pensamos en hacer un recorrido circular y volver por un camino distinto, pero en un momento dado llegamos a la frontera con Austria, donde un cartel de aviso de peaje nos dio la bienvenida, con lo que dimos media vuelta y huimos despavoridos… Ya de vuelta a Füssen por el mismo camino que habíamos hecho a la ida, antes de llegar al pueblo nos dirigimos hacia la derecha para ver de cerca el lago, si bien la lluvia no dejaba pasear ni disfrutar de las vistas demasiado.

Al final de la tarde llegamos a Füssen y nos encontramos una feria medieval con distintos puestos de comida, de artesanía, tiro con arco, adivinación… Paseamos un poco por allí, y cuando nos cansamos nos dirigimos a la zona peatonal del pueblo en el casco antiguo.

Campanario en Füssen

La verdad es que es un lugar agradable para pasear. Después de callejear un poco, paramos a cenar en una pizzería y volvimos al hotel para descansar y madrugar al día siguiente. ¡Nos esperaba un día lleno de sorpresas en nuestro segundo día en Baviera!

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