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- Marrakech, día uno
- Marrakech, día dos
- Desierto marroquí, primera parte
- Desierto marroquí, segunda parte
A la mañana siguiente nuestro camino siguió por el desierto marroquí en medio de un paisaje semilunar en el que las montañas perfilaban un paisaje lleno de tonos ocres y rojizos. El clima además estaba muy revuelto, por lo que en un momento dado empezó a llover mientras las nubes dejaban pasar los rayos de sol, aportando todavía más dramatismo al escenario.
Palmeral del Draa
Nuestra siguiente parada fue en Agdez, donde pudimos disfrutar de unas vistas privilegiadas del Palmeral del Draa con las montañas al fondo.

El valle del Draa nos ofreció unas panorámicas preciosas, hasta el punto de que en algún momento le suplicamos a nuestro conductor que parase junto a la carretera para poder disfrutar mejor del entorno que estábamos atravesando.

Desierto marroquí: Ouarzazate
Nuestra última noche en ruta antes de regresar a Marrakech la hicimos en Ouarzazate. A la mañana siguiente tras el desayuno nos dirigimos a la Kasbah Taourirt y visitamos lo que fueron los antiguos aposentos, que todavía conservan parte de su encanto a pesar de la ausencia de mobiliario y decoración.

El regreso a Marrakech lo hicimos de nuevo atravesando las montañas y parando cada cierto tiempo para disfrutar de las gargantas y valles que nos íbamos encontrando.

Cuando finalmente llegamos a Marrakech estábamos reventados después de tantísimas horas y kilómetros en todoterreno, pero aún así aprovechamos la última noche que nos quedaba allí para sumergirnos una vez más en el ambiente crepuscular de la plaza.
Nuestra ruta por el desierto estuvo llena de paisajes que se nos quedaron marcados en la retina para siempre. Si tuviésemos que destacar algo que nos dificultó un poco el viaje, sería el hecho de que durante esos días se estaba celebrando la Fiesta del Cordero, una celebración que provocó que muchos hoteles estuviesen abarrotados, tuviésemos retrasos en ruta y que algunas atracciones que íbamos a ver estuviesen cerradas, por lo que, si lo hubiésemos sabido, habríamos escogido otro momento para ir.
Sin embargo, si lo vemos desde un punto de vista positivo, nos permitió observar cómo los lugareños se preparaban para una de sus celebraciones más importantes, y desde luego vimos cómo transportaban corderos por todas partes (en coches, en motos, en burros, a hombros…). Toda una experiencia.